viernes, 15 de junio de 2007

SER PADRE Y VIVIR EN FELICDAD


Este será mi segundo día del Padre, como padre. Y tambián será la segunda vez que lo pasaré sin mi hija y sin mi padre. El año pasado fue catastrófico, recuerdo haber estado echado en calidad de bulto anímico, viendo el DVD de Ismael Serrano en el que ponía la canción, "Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita", pero este año en vez de llorar y amargarme por estar lejos de mi hija, agradeceré al cosmos por haberme permitido sentir el calor de su nacimiento, la voluntad de la vida y la expresión máxima del desapego.



Yo sé que me la jugué siempre para que ella estuviera bien, puse la cara, aperré, dije la verdad y cumplí la palabra. Incluso en los momentos más difíciles. También aprendí que uno no debe hacer las cosas para esperar algo a cambio. Cuando mi niña preciosa crezca, conversaré con ella y trataré de explicarle las razones por las que no estuve todos los días con ella. Tambièn le diré que aunque separados y con nuevos proyectos de vida sus padres la aman más que nada en el mundo. No lo haré para buscar responsables, por que como dice mi madre para bailar tango se necesitan dos y por mucho que uno sea profesional si uno pisa callos es mejor buscarse otra pareja y seguir bailando.



Por mucho tiempo pensé que el rol de papá sólo se podía cumplir viviendo de cerca con tu hija, pero ahora descubrí que más importante aun es que mi hija se sienta orgullosa de quién soy, de mis valores, creencias y formas de ver la vida, de verdad ser un ejemplo de coherencia y consecuencia es el mejor acto que se le puede dar a una hija o hijo.


Reconozco que he cometido muchos errores durante mi vida y que por ende estoy muy lejos de la perfección y la iluminación, pero durante mis vivencias he visto cosas que de verdad no soporto, una de ellas es el doble estandar y la falsa moralidad de los que pregonan y no practican. Por eso, quiero que sepas mi querida hija que desde un tiempo a esta parte he decidido vivir en felicidad y sobre de uan forma más consecuente y coherente con lo que soy, siento y quiero ser.


No me queda más que agradecerte por haberme convertido en padre, eres el regalo más grande, maravilloso y precioso que me ha dado la vida y te prometo que nunca, pero nunca te abandonaré.

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