jueves, 22 de febrero de 2007

EL REGRESO DE LA LUZ


Había una vez un monje y una Druida. Ella sonreía y vibraba, el escuchaba y sonreía. Ella hablaba en difícil y golpeaba con miles de conceptos el humilde, sencillo y tranquilo corazón del calvo monje. Después de horas y horas en que ninguno bajaba la guardia. La druida dejó un legado de pocimas, conjuros, sueños y caminos por recorrer, mientras que el monje que sólo sabía meditar y ayunar entregó en ese precisio momento un acto de desapego y ensueño. Aunque sabía que el amor había tocado a su puerta, permitió que la Druida siguiera su ocupado viaje y guardo en silencio su corazón lleno de amor para seguir su camino de ascenso e iluminación...

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