domingo, 10 de febrero de 2008

EL TRANQUILO OCEANO DE LA MENTE

Soy yo. El mismo que estuvo aquí. Soy yo, el viejo y soñador. Soy yo. Estuve aquí antes y espero no volver. Recuerdo el momento exacto en que la gran águila me engendró en la energía “taquión”.

Soy yo. Me acepto y me quiero, aunque toda pueda cambiar. El sol alumbraba a la luna para dar la bienvenida al primer aullido. A su imagen y semejanza. Descansa antiguo guerrero, guarda las armas.

Soy yo. Ámala más que antes, sólo con la compasión del infinito podrás perdonarla, asúmelo, no sabe lo que hizo. Algún día abrirás tus manos y la acogerás en tu pecho.

Soy yo el viejo guerrero de mil batallas, el monje traicionado y el marinero desilusionado. Soy yo, la vieja bruja muerta en la soledad de la sabiduría sideral. Soy yo, el que acarició los cabellos de la luz, un soldado más de la cruz roja que encontró el gran secreto.

Soy yo. El antiguo primero entre los iguales. El tercero de la novena cadena de unión. Soy yo pero pronto dejaré de serlo. No más yo, no más ser. No hay frío, ni calor, no hay yo, solo existe el todo.

Comencé el viaje. No hay iluminación. Om mane padme hung. Me empapare de mí y del todo. Ser uno con la creación. Nada especial vive en mi, nada especial necesitas, ninguna técnica que profese amor puede terminar alejándote del todo. Asúmelo, sólo hay un camino para ser feliz, el amor universal expresado en cada uno de los seres sintientes del Universo. Yo voto por salvarlos a todos, ninguno sobra y el primero del camino es ese al que llaman “Yo”.
Llegó la calma, la paz y la armonía.
Que asi sea.

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