Agradecer y agradecer, volver al camino con una sonrisa en el rostro y el sudor en el cuerpo. El antiguo cansacio muscular da paso a la satisfacción de compenetrarse con la historia del hombre y su incesante lucha por vencerse a si mismo, para de esta forma dar paso a un ser más humano integral y coherente.
La grulla, la serpiente, el tigre, el leopardo y tantos otros amigos, me enseñaron que el camino es largo e interminable. En la vida interna, limamos las asperezas e ilusiones de la vida externa. Nuestras frustraciones y tristezas son amoldadas por los eternos ejercios de respiración. Nuestro cuerpo combate para buscar el necesario equilibrio entre lo que esta afuera y lo que florece dentro. En la entidada espiritual con fuerza resuenan las palabras felicidad y consecuencia, amabilidada, equilibrio y armonia. No se trata de dejar de ser las mil caras del mismo rostro, la idea es canalizar esas caras que denoten lo mismo en todas nuestras acciones y realidades.
He tenido la suerte de conocer varios estilos y formas, pero tengo la claridad marcial que cada uno de ellos son herramientas de superación y cariño. Lo importante no es el molde de la energía expresada en golpes, desvios, bloqueos, saltos, estrangulamiento y formas. Lo que esta detrás de ella, lo que las une desde su origen de defensa y adaptabilidad al medio es la busqueda sin fin del eterno discípulo, de ese que durante el día mantiene la luz encendida para buscarse a si mismo. Agradezco el tiempo y dedicación de mis amados maestros, sin ellos poco conocería del bello camino del Dharma y su expresión marcial de amor a los seres sintienes de la tierra.
Lo importante no es cuantas patadas o golpes conozcas, si con ellos no puedes entregar amor a tus semejantes o si las desperdicias en demostraciones de egos sin utilizarlas para ser una mejor persona; más bella, correcta, virtuosa y moralmente justa.
La compasión es el acto más bello y maravilloso que un hombre o mujer puede sentir en su vida...
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