domingo, 15 de julio de 2007

LA PERDIDA y EL DOLOR.


La perdida y el dolor.

A mi hija de 1 año y 9 meses se le murió su gato. Lo encontró a la entrada de la puerta de la casa de su madre. Entró y le dijo a su mamá que el “Nain” estaba durmiendo. Todos los días sale al patio a darle comida, lógicamente nadie le recibe el alimento.

La semana pasada estuve en el funeral de la mamá de un amigo. Y hace tan solo un año había fallecido su padre. Técnicamente quedó huérfano. Otro amigo, de la época del colegio, perdió a sus padres en menos de un mes.

Podría apostar que todos los seres humanos, han vivido o vivirán una perdida. El sufrimiento, la desolación, la angustia, la soledad, el desgarro del corazón están ahí presentes en el luto.

Cuándo tenía menos de 10 años murió mi abuela Laura. A los 15 la peritonitis mató a mi maestro de Kung Fu. Cuando tenía 22 mi polola de hace 4 años terminó conmigo el día de mi cumpleaños, y hace unos días mi última relación terminó por teléfono.

La perdida en la vida es una ley natural. No por ella es menos dolorosa. Sufrir esta en nuestro ADN. No obstante, tiendo a pensar que mientras más rápido aprendamos a fluir como el agua, podremos disfrutar de cada instante de la vida. El dolor, aunque profundo y en apariencia eterno, se termina yendo. Siempre se va, el tiempo se encarga de borrar la pena, como el aire y la olas borran las letras de los amantes en la playa.

A la vida se viene a ser feliz. Disfruta cada instante como si fuera el último. No te guardes palabras para las personas que amas. No dejes de besar a tus padres, abraza a tus amigos y amigas, sueña con un mundo más libre y mejor para todos. Dile lo que piensas y actua según lo que dices. Menos gurus y más vida.

Aunque en el actual constructo cultural, el compromiso es una pelotudez y las relaciones personales están ancladas en la satisfacción del ego y el bienestar individual, recuerda que alguna vez sobre la faz de la tierra los guerreros daban su vida por mantener la palabra empeñada, los caballeros cruzaban océanos por el amor de sus doncellas y para el quijote la PUTA ALDONZA siempre fue la bella Dulcinea. No te dejes ahogar por las lágrimas, no permitas que la pena consuma tu aire, sigue soñando, sigue persistiendo, vuela tan alto como tu espíritu te lo permita, demuéstrales con la coherencia del fuego y con la compasión del amor, que cada instante es único y divino.

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